Castaño |
Un año atrás tuvimos la ambición de presentar un tributo a Esquemas juveniles, el álbum de Javiera Mena que cumplía una década y a la luz del tiempo confirmaba aún más su trascendencia en el circuito musical independiente. Decidimos entonces convocar a un grupo de jóvenes artistas latinoamericanos para que visitaran cada canción contenida en aquel disco y nos ofrecieran nuevas visiones desde sus proyectos musicales. El entusiasmo que mostraron confirmó nuestra ambición y así, durante meses, jugamos a ser editores y compiladores. Solo hasta el estreno de Adolescente perpetuo, nombre del tributo y extraído de la letra de una de sus canciones, contactamos a Javiera Mena. Aquí la conversación que tuvimos con ella, un recorrido por el álbum plagado de nostalgia y detalles que aportan a su vez una nueva mirada al álbum que fue, y será, piedra angular del pop más intimista.
Javiera Mena_ ¿Un tributo? Hasta que no salió no entendí bien. Me siento tan sorprendida como agradecida.
el amarillo_ Cuando nos preguntábamos sobre la pertinencia de un tributo a Esquemas Juveniles, siendo un álbum tan jóven y tu carrera con tanto para darnos todavía, nos decantamos por celebrarlo con solemnidad pues no solo entre nosotros fue un hito. El álbum es la bandera de un movimiento independiente que supo conmovernos y ni hablar de la generación de artistas que lo atesoran y reconocen su inspiración.
¡Muchas gracias! Este ha sido un camino independiente. Cuando partí en Chile no había muchas cosas, era un momento raro de la industria, no era que estuviera quebrada ni nada, pero era un tiempo de recambio. Apareció la autogestión, la democratización de los estudios, tener en tu compu el espacio para grabar fue el primer impulsor, y estuve en una generación de gente que pensaba algo como “el que quiere puede, si se lo propone”. Digamos que Esquemas juveniles se sitúa en los comienzos de algo diferente.
Y a una década de su edición, ¿Qué ves en Esquemas Juveniles?
Veo mucho amor, antes que nada. Amor desmesurado e inexperiencia, pero no como algo malo, sino la bondad de la inexperiencia. Veo rosado y blanco por la portada de Alejandro Ros, un estar entre sueños, lo femenino, lo delicado.
Entendiendo el disco como un manifiesto de intenciones, podemos decir que con valentía decidiste hacerte cantautora sin tener un virtuosismo en tu voz. Esa carencia de artificio es para nosotros el brillo de tu obra, su honestidad, pues como habrá dicho David Byrne, "Cuanto mejor la voz de un cantante, más difícil es creer lo que dice", pero sabemos que diez años después sigue siendo un tema de discusión y crítica. ¿Por qué cantar?
Porque me daba la gana, no más, era una cosa de ganas. Claro, yo no soy y me encantan las grandes voces pero voy conociendo cada vez más mi instrumento y hago pop a pesar de no ser la típica voz de discográfica, que trabaja mucho el virtuosismo, el adorno. Quizá es algo que se le acepte más a un hombre, el cantar por sentimiento, como los cantantes de folk. A una mujer se le exige una voz más angelical, perfecta.
Yo soy parte de ese grupo de cantantes que cantan porque les gusta cantar, y no porque nacieron con una voz increíble. Yo quiero trabajar mi voz y mejorar siempre. En mi comienzo, y todavía, alguna gente critica eso, y es cosa de estilos, solamente.
Esquemas juveniles tuvo un videoclip que alcanzó a verse en MTV, fue nuestro primer contacto con tu música. Para mí fue amor a primera vista y oído, es una dulce historia de amor que conecta muy bien con la belleza de la canción, ¿cómo nacieron canción y video?
El video lo dirigió Alberto Fuguet, fue idea de él, y lo financió alguien a quien le gustaba mucho la canción, un amigo de ellos que era abogado y podía jugar un poco mecenas. Alberto es un escritor chileno, que además comparte mi sensibilidad gay y conectó con la esencia misma de la canción: cuando eres chico, estás en el colegio, te gusta alguien, y es raro, todo escondido, vives los sentimientos para ti mismo.
¡Y en el video logras verte de 15 años!
Sí, pero ya tenía 23, a esa edad me veía tan chica, qué terrible.
Como siempre soñé es quizá mi canción favorita en el álbum, tanto que me cuesta oírla, me conmueve en exceso y está atada a muchos recuerdos. Sabíamos que la escribiste junto a Sofía Oportot y para nosotros era muy importante contactarla y pedirle esta versión, al principio se emocionó mucho y después tuvo algunas dudas, no sabía si te gustaría.
¿Por qué no? Si es de las dos. La hicimos cuando yo estaba en la universidad, como una tarea, me acuerdo. Sofía era mi novia en ese tiempo, yo tenía la canción en base y melodía, ella es muy talentosa con las letras y yo le pedí una, la escribió rapidísimo. Fue muy bonito todo en esa época, marca una etapa para mí también, quedó súper buena, hasta una amiga le hizo un video de Candy Candy. La canción respondía a mi amor por el R&B, yo quería hacer una secuencia a lo Destiny’s Child, y mira en lo que terminó.
Sol de invierno, fue la primera colaboración con Gepe, de las varias que han hecho durante estos años. Hasta comparten un hermoso documental: Al unísono. Siempre los hemos entendido como líneas paralelas, dos obras que han abierto posibilidades en Chile y Latinoamérica.
El Gepinto de Gepe también cumplió 10 años, y él decidió presentarlo en vivo de principio a fin, afirmando que era una despedida y que se sentía ya muy lejano de él. ¿Cómo te sientes tú respecto a Esquemas juveniles? ¿Aún disfrutas presentarlo, crees que con el tiempo va a desaparecer?
No creo que desaparezca… quizás mi Gepinto no es Esquemas juveniles sino Primeras composiciones, el disco acústico que intenté hacer y edité muy luego. Yo sí dejé la guitarra definitivamente, volvería solo a la eléctrica, con efectos. Esquemas no lo siento lejano, al contrario está muy cerca de mí, es un hijo mayor, y es muy rara la vez que no toque Sol de invierno, la quiero mucho y siempre recuerdo que fue la canción que me abrió el camino en México. Esquemas juveniles, Al siguiente nivel, Yo no te pido la luna, siempre están en mi repertorio. El disco está latente.
Y cómo olvidar aquel look tan deportivo, auspiciado con adidas, pantalonetas cortas y camisetas rojas.
(Risas) ¡Claro! Lo disfruté mucho. Ya no estoy en edad para lucir ese conjunto.
¿Qué hay de Cuando hablamos? ¿Cómo definir ese experimento? Yo diría que el brillo de este disco es tener canciones que no se parecen a nada más, ni en tu discografía ni en la música cercana. Hay tal vez un fondo andino, indígena.
Pues la verdad en Cuando hablamos quería hacer un reggaetón (risas), salía con una chica colombiana que me llevaba a fiestas de reggaetón, empecé a sentir la influencia de la migración, y eso fue muy valioso para mí. Quería dar cuenta de la interculturalidad, por así decirlo. Y entonces salió está canción desprejuiciada. El cover de Capullo fue muy divertido, excede esa cuota latina.
Y así Casan.
Claro, sigue esta línea. Nosotros estamos muy invadidos por Estados Unidos, como compositora no quería seguir únicamente la influencia anglo, y así como no negaría esa influencia en mí, quisiera pensar que rescato cosas de cada lado, voy también a las raíces a mi manera, queriendo generar un sonido propio, que es mi máxima ambición en la vida.
La cumbia, el reggaetón, Chile se puso de repente más sensual, coincidió con la inmigración de colombianos, peruanos. Dejamos de ser aburridos.
Perlas es lo más avant-garde, una canción extrañísima. Fue difícil asignarla en el tributo, encontrar un artista cuya propuesta conversara con la canción. Pero nos iluminamos y contactamos a Bruno Toro, que hace este pop tan místico y aceptó encantado.
Y a mí me encantó su versión, qué hermosa voz. Perlas la trabajamos con Diego Morales en el barrio de Maipú, la programé en Fruity Loops, buscando una electrónica vanguardista, sin coro, una introducción larga, como una especie de mantra. En esa época estaba pensando en hacer una canción más Stereolab, Moroder, llevarla a otro lugar, que fluyera.
Todas las canciones, entre melodías y letras, fueron el oro en polvo que personas como Christián Heyne, Sebastián Carreras y Gabriel Lucena (de la primera formación de Entre Ríos) y Diego Morales (en Perlas) ayudaron a esculpir. ¿Alguien que se nos escape en la influencia sobre el disco?
Gente que quizá no estuvo en el disco pero fue una fuerte influencia: Arturo Saray, que tiene el grupo QuieroStar con Sofía Oportot y Raúl Durán. Ellos me guiaron mucho en el software, me mostraron mucha música que no conocía. Ellos son DJs y melómanos, aprendí muchísimo, encontrarlos fue un tesoro enorme, son personas muy cultas y me pusieron en contacto con lo que estaba pasando en el mundo.
No sé si en Chile usan el término de “Música para planchar” que es como aquí categorizamos la música de Daniela Romo, Jeanette, Camilo Sesto, y así. Nos hemos atrevido a decir que Esquemas juveniles, o tu música en general responde a una nueva ola de música para planchar. Yo no te pido la luna es nuestra confirmación, ¿Por qué la elegiste?
Empecé a trabajarla para cantarla en Prissa, el proyecto que tuve con Francisca Villela, a quien admiro tanto. La pensaba más para ese lado y con la disolución del dúo quise meterla en mi terreno solista. Iba en un colectivo y la canción sonó, y pensé cuánto me encanta, apenas estaba aprendiendo a programar, probé sacar los acordes y la versioné.
Música cebolla le dicen acá, música para mujeres quizá. La canción original es italiana, y yo amo el italo-disco para mí es la perfección. Quise que fuera un tributo.
Bueno, es momento de despedirnos. Diez años después sí que has llegado “al siguiente nivel”, has pasado a otras cosas, a Otra Era, tu música te ha llevado a tantos países y festivales. En Chile hiciste una presentación en el Festival de Viña, que a pesar de ser una institución en decadencia te valida como una artista fundamental en tu país, y en otros lugares como España se te recibe como a una diva, lo que me divierte y alegra. Ahora has consolidado un espectáculo de gran factura, con bailarinas, luces, en una mano la nostalgia del pop y en la otra el ansia de futuro.
¿Qué viene?
Soy una compositora, mis principales instrumentos son el compu y los teclados. He probado muchas cosas y me encantó descubrir que si incorporaba la danza podía ser muy divertido, tener algo más que la misma música. Me siento a gusto con este formato.
Y bueno, viene un nuevo disco. Estoy embarazada de él.