En la segunda canción de su prometedora historia, los Sundarbans abandonan la estridente ciudad para ser cosmonautas, valientes y enamorados. Es este un viaje sonoro poblado de detalles como estrellas, entre las que reluce una preciosa melodía de teclado, nuestro astro incandescente, fascinándonos y arrastrándonos al viaje interior, y a una felicidad que caprichosamente hermanamos a las canciones más siderales de otros dúos tan queridos, de Beach House a Dënver.
Con inteligencia y serenidad, Sergio y Alia se preguntan sobre los caminos sinuosos del amor, quieren saber cómo atesorar la coincidencia, el deslumbramiento y continuar a pesar del miedo que nos orbita. En su odisea en el espacio encuentran un propio manual de instrucciones: caminar en vez de correr, buscar el ritmo con paciencia, e inventar los pasos de baile sin temor.
Se acaba un año, una década, y es natural hacer balance: lo perdido y lo encontrado, las colisiones y los hallazgos. Sundarbans es sin duda uno de nuestros nuevos tesoros, y ante la nostalgia, Laniakea es una invitación a mirar el futuro con esperanza, a escribirlo mientras esta suerte y este sol nos alumbran.
SUNDARBANS
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