En la cultura oriental, la práctica del Kintsugi consiste en reparar los objetos quebrados con metales preciosos como oro y plata para exhibir las grietas, resignificar las fracturas y embellecer algo que en otra cultura sería un desperdicio.
En la génesis del nuevo sencillo de la peruana Pamela Rodriguez, el nombre que recibiría este track era Cicatrices, palabra que fue rápidamente reemplazada por este concepto japonés que se repite como leitmotiv en el coro de la canción.
“La piel está cicatrizando, no quiero esconder los daños, que me estoy reparando, de pocos” canta Pamela en el puente de la canción develando su causa: la exposición de las heridas como testimonio del cambio.
A esta letra delicada se suma una cama musical que nos remonta a la Primavera en la guerra del sonido de Silva de Alegría, o quizá a la universalidad del sonido oriental, armada de arreglos de cuerdas y una percusión minimalista, cual arrullo para apaciguar las tormentas mentales.
Con Kintsugi, Rodriguez se afianza en la introspección que arrancó con Una herida hecha luz, como resultado de un largo proceso de sanción, aquí condensa, entre misceláneas sonoras, su espíritu renovado y sus heridas decoradas.
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