De la extrañeza en que nos ha sumido el nuevo álbum XIS del argentino Aldo Benítez, una canción parece entregarse con ligereza: Bulín, que en sus 2:51 minutos (casi la duración de una canción pop perfecta, según dudosos estudios) nos entrega dulzura, fuerza y baile.
Y no es que sea una canción fácil, su letra permanece encriptada como todo el disco, pero líneas como "El piso astillado un poco más con cada baile" o "Los amigos que dejaron de tocar el timbre a cualquier hora" nos dan las pistas de una cierta nostalgia, y un "Solo, solo, solo" que se repite al infinito. Palabras que fluyen en una corriente electrónica, vibrante.
El sonido de XIS es impecable, majestuoso, como cristal pulido que reflecta con nitidez y sin embargo es oscuro. En el abrazo a esta nueva oscuridad, Bulín parece el puente que nos despide de canciones pasadas y es por eso que tan rápidamente hemos conectado. Nos recuerda joyas como Pasan los hombres o Sumisión en la discografía de Aldo, y a la vez nos conduce a algo nuevo, enrarecido e inesperado.
Mientras bailamos nos sumergimos pues en XIS, y les invitamos a oír esta nueva consecuencia de la imparable experimentación de Aldo Benítez.
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