El vuelo de la mosca




“El vuelo de la mosca”
Telúrico drama burgués
De Mariano Saba
Compañía: Res non verba
Dirección: Analía Mayta



Sinopsis de “El vuelo de la mosca” de Mariano Saba
(1º Premio del Concurso Universitario de Dramaturgia Roberto Arlt año 2012)
En el casco de una estancia centenaria, perteneciente a una familia aristocrática terrateniente en decadencia, se reúnen tres hermanas herederas de un reconocido poeta gauchesco del siglo XX. Berta se ha quedado en el campo administrando las tierras y cuidando de Lidia, la menor de las hermanas. Memé, la mayor de las hermanas, vive en la Capital, mantuvo cierto status social entre los círculos literarios por ser la albacea de los derechos de autor de la obra literaria de su difunto padre.
Esperan la llegada de Rath, un editor amigo de Memé, que las ayudara a publicar el último poema póstumo, con el cual "resurgir" sería posible.
Berta guarda celosamente dicho escrito por no estar convencida de develar el contenido impúdico de esos versos. Por su parte, Delio el capataz de la estancia, de pocas palabras, vigila atentamente desde el silencio, al tiempo que una tormenta a punto de desatarse amenaza descubrir los secretos que esa tierra esconde.
“El vuelo de la mosca parece azaroso pero no lo es…Un espiral para olfatear la mugre dulce…La mosca tiene hambre todo el tiempo; no lo sabe pero el hambre la hace volar…” - Memé; El vuelo de la Mosca
Ficha Artística:
Actúan: Guadalupe Iturbide, Luciana Cervera Novo, Mariángeles Bonello, Matías Bertiche, Alejandro San Juan
Dirección: Analia Mayta
Dramaturgia: Mariano Saba
Vestuario: Ana Julia Figueroa
Escenografía: Belén Pedernera
Diseño de luces: Mariano Arrigoni
Audiovisuales: Andres Chenaut, Diego Lescano
Sonido: Facundo Focke
Diseño gráfico: Guadalupe Alessia
Asistencia de dirección: Natalia Pascale
Prensa: Thelma Demarchi
Producción: Matias Bertiche


Visión sobre la obra
El universo planteado en “El vuelo de la Mosca”, se presenta como símbolo de aquella aristocracia argentina que supo apropiarse de la tierra sin otra justificación más que la del “derecho” que le otorgaba su condición de clase. A través de los años, esta familia terrateniente se ha erigido sobre dos pilares fundamentales que la posicionaron dentro de las grandes esferas de poder: el círculo terrateniente e intelectual argentino. Con la muerte del poeta, sus hijas asumen la tarea de perpetuar la herencia paterna. Sin embargo, en este campo donde ya ni siquiera quedan vacas para vender, todo se ha ido arruinando. Tanto Berta como Memé intentan aferrarse a un pasado anquilosado que agoniza lentamente: mientras la primera ve morir poco a poco el campo convertido en sojero, Memé intenta aferrarse al único poema póstumo. Y así como la soja ultraja la tierra, la ambición acentúa la obsecuencia de estos personajes. El tiempo se ha encargado de corroer el esplendor de una clase ahora en decadencia. Su último esfuerzo por aferrarse inútilmente a un pasado cada vez más lejano, nos remite a cierto espíritu chejoviano: una clase alta que, replegada en sus tierras, recuerda con idealismo el pasado, mientras espera que llegue el día en que tenga que despojarse de los últimos vestigios de aquello que fueron alguna vez.
Los personajes que habitan este “drama telúrico burgués” (de acuerdo a la definición que da el autor de su obra), son seres intempestivos, despiadados, e inescrupulosos, dispuestos a pagar cualquier precio con tal de lograr su propio beneficio. Memé, la mayor de las tres hermanas, es una pseudo-intelectual con ínfulas de clase, que ostenta un estilo de vida difícil de sostener ahora que el dinero prácticamente no existe. Vive gracias al monopolio de los derechos autorales de su padre, al que siempre quiso agradar pero del cuál no recibió más que desprecio. Rath representa a la clase media (medio pelo), que intenta estratégicamente acceder a un nivel económico y de reconocimiento que le permita reposicionarse socialmente. Su relación con Memé está únicamente basada en el beneficio mutuo. Es una “rata” de dos caras, capaz de sacar provecho de cualquier situación en la que se encuentre. Berta, la hermana del medio, reproduce el discurso terrateniente paterno, vive para honrar el recuerdo y el prestigio de un padre idealizado.
Finalmente, Lidia es la menor de las hermanas. Ella, a diferencia de como la define Memé (“la tarada”), comprende perfectamente todo lo que sucede y es capaz de ver las verdaderas intenciones que cada uno tiene. Desde su doble perfil inocente y salvaje, se constituye como un personaje embrague ya que evidencia permanentemente aquello que los restantes personajes pretenden ocultar. Lidia junto a Delio (“La Tarada” y “El Mudo”) serán los encargados de desenterrar el mayor secreto de ese padre omnipresente, desmantelando todo el artificio de valores sobre los que esta familia se sostenía. Esta clase “especial” no sólo traduce su poder en el usufructo de la tierra y la cultura sino también en la posesión de todo aquello que crea que le corresponde como propio: incluso la conquista del cuerpo del otro. Hasta tal punto llega la perversión del poder que este auténtico patricio tatuó la entrepierna de su peón por el simple deseo de dejar sentado su “derecho” de propiedad. “El vuelo de la mosca”, a partir de un humor grotesco e irónico, pone en evidencia lo inescrupuloso del ser humano. Esta obra pone en juego de manera











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