30/07/18 - En el número uno de la calle Davies, en Londres, cuelga desde el techo la figura de un hombre. El espacio corresponde a la Galería Sadie Coles y la escultura pertenece a Paloma Varga Weiz (Alemania, 1966). A primera vista la escultura resulta medieval, probablemente por el material que la compone (madera) y por las uniones en sus articulaciones. En realidad, la figura fue inspirada en una imagen actual. La artista usó como modelo la foto de un montañista que había quedado colgando en los Alpes Suizos. En su obra representa a un hombre fallecido, lo cual hace que una gran tristeza invada la sala.
Man, hanging, de Paloma Varga Weisz (2018)
La muestra se completa con otros trabajos hechos en madera a través de las técnicas más tradicionales. Un ciervo erguido en sus patas posteriores y que mira hacia la pared ha perdido lo hierático que puede tener una figura tallada.
Wild Bunch, de Paloma Varga Weisz
Galería Sadie Coles, Londres
La propia Varga Weisz realiza las obras, un talento poco común en este tiempo en el que los artistas delegan este tipo de tareas. Y si todo se nos hace medieval y de cuentos infantiles, Weis se ocupa de advertirnos que sus trabajos están muy alejados de eso: “Odio las palabras “místico”, “de cuento de hadas” o “imágenes provenientes de iglesias”, porque ninguna de ellas viene de allí. Provienen de otros ángulos, de la vida y de cosas que veo ahora en los diarios, en páginas porno, no de un cuento de hadas”.