Né tenebra né caos. La tenebra
richiede occhio che veda, come il suono
e il silenzio richiedono l'udito,
e lo specchio, la forma che lo popola.
Né spazio né tempo. E neppure
una divinità che premedita
il silenzio che anticipa la prima
notte del tempo, che sarà infinita.
Il gran fiume di Eràclito l'Oscuro
non ha intrapreso il corso irrevocabile
che dal passato va verso il futuro
e che va dall'oblio verso l'oblio.
Qualcosa già patisce. Qualcosa implora.
E poi la storia universale. Ora.
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Ni tiniebla ni caos. La tiniebla
requiere ojos que ven, como el sonido
y el silencio requieren el oído,
y el espejo, la forma que lo puebla.
Ni el espacio ni el tiempo. Ni siquiera
una divinidad que premedita
el silencio anterior a la primera
noche del tiempo, que será infinita.
El gran rio de Heráclito el Oscuro
su irrevocable curso no ha emprendido,
que del pasado fluye hacia el futuro,
que del olvido fluye hacia el olvido.
Algo que ya padece. Algo que implora.
Después la historia universal. Ahora.
Da La rosa profonda, Adelphi, 2013